Liposucción o Lipoescultura

Técnica destinada a eliminar acúmulos de grasa localizados o remodelar el contorno corporal.

Utilizando un aspirador de alta precisión o una jeringa conectada a cánulas de varios milímetros, es posible extraer los depósitos de células grasas a través de una pequeñísima incisión en la piel, lo cual es especialmente útil para quitar los acúmulos de grasa localizada denominados lipodistrofias o más coloquialmente “celulitis” en sitios como caderas, muslos, rodillas o abdomen.

Las células grasas están bajo la piel que cubre toda la superficie corporal actuando como reserva de lípidos o como aislantes entre la piel y el musculo por debajo. Al ganar peso, las células aumentan de volumen para incrementar su capacidad de depósito o reserva.

Cuando se pierde peso, estas células disminuyen su tamaño.

Sin embargo, en determinadas áreas, que coinciden con las zonas de mayor movimiento  (abdomen, caderas, muslos, rodillas y tobillos), esta tendencia de las células a disminuir de volumen con los cambios de peso producidos no se da fácilmente, encontrándose paradójicamente pacientes delgadas que tienen acúmulos de grasa localizados, que no responden a la dieta y el ejercicio.

Dichos abultamientos conocidos como “lipodistrofias” son las zonas idóneas para eliminar mediante liposucción. Los candidatos ideales para esta operación son las personas que tienen un buen tono de piel (elasticidad), ya que la piel, una vez aspirada la grasa, se adaptara perfectamente  su nuevo contorno.

Duración:

De una a tres horas dependiendo de la zona a tratar

Anestesia:

Local y sedación, regional o general.

Ingreso:

Ambulante aunque en procedimientos más extensos puede precisar veinticuatro horas.

Síntomas:

Inflamación, hematomas y acorchamiento.

Recuperación:

Incorporación laboral: de dos a tres días.

Si el problema es muy acusado y la piel ha perdido en gran parte su elasticidad, puede no ser recomendable efectuar una liposucción por sí sola, pudiendo hacerse una lipectomía, que extirpe la grasa y piel superfluas al mismo tiempo, pero que obviamente dejará cicatrices. Existen casos intermedios que, sin ser los candidatos “idóneos” pueden beneficiarse en gran medida de la liposucción. En cualquier caso, la indicación deberá valorarse cuidadosamente en la entrevista previa con el cirujano. Debido a que esta intervención solo quita grasa, no puede eliminar las depresiones existentes en algunas pieles conocidas como “piel de naranja” o también “celulitis”, si bien mejora notablemente el contorno y aspecto general de la zona tratada.

La operación puede realizarse con anestesia local acompañada o no de sedación, regional (epidural, si es en miembros inferiores) o general dependiendo del volumen y zonas a tratar. La duración de la intervención dependerá asimismo del número y tamaño de las zonas a aspirar, si bien habitualmente es de una a dos horas.

En el caso de realizarse con anestesia local y sedación se hará de forma ambulante. Si la intervención se efectúa con anestesia general o regional, normalmente reservadas para intervenciones más extensas, el paciente es dado de alta en la clínica a la mañana siguiente. Tras la operación se coloca en quirófano una faja adaptable a la zona aspirada, que conforma la piel a su nuevo contorno. Deberá llevarse ininterrumpidamente, salvo los momentos de aseo personal, durante la primera semana y a ratos otras tres semanas, aproximadamente. La actividad puede reanudarse de forma casi normal a partir del segundo o tercer día, siendo recomendable, en algunos casos, el empleo de masajes a partir de la primera semana. Suele haber equimosis (cardenales), así como inflamación en la zona operada que irán desapareciendo gradualmente, en el plazo de unas dos semanas, si bien, en casos de fragilidad capilar o tendencia a la equimosis puede prolongarse este tiempo.

El resultado definitivo suele valorarse hacia el mes y medio o 2 meses, si bien la diferencia suele ser notable desde los primeros días.